El parque principal de Gachancipá, este 5 de septiembre, se convierte en la sede de Los Sabores de la Gacha, un festival gastronómico, cultural, educativo y turístico que promueve el dinamismo de la economía local y el fortalecimiento de la identidad de sus habitantes.
El éxito de la festividad, producto de la integración del sector público con el privado, fortalece el crecimiento de la actividad turística a través de la promoción y comercialización de la oferta gastronómica presente en el Municipio.
El Festival reúne alrededor de la cultura gastronómica y cultural, que caracteriza a este territorio, convocando a las personas interesadas en saborear la oferta de más de 20 restaurantes y otros 20 emprendimientos, con muestras de comida típica, fritanga, fiambre de gallina, mute de maíz porva con pata de res, caldos y sopas campesinas, envueltos y tortas de quinua, de mazorca, mazamorra chiquita, tamales, envuelto tres puntas, masato de maíz, chicha y postres de la región.
“Los sabores de la Gacha” otorga igualmente especial importancia a resaltar la gastronomía ancestral, a través de las técnicas de cocción tradicionales, utensilios y materias primas de este tipo de cocina.
El evento contará con invitados musicales, danzas y presentaciones culturales de la población.
La Gacha, palabra que dio origen al nombre del pueblo y del Festival
El Festival hace homenaje a la gacha, vasija de barro que hacían los alfareros muiscas con la arcilla especial de la región. En ella preparaban el agua salada hasta solidificarla para transportarla y comercializarla por medio de trueque.
Los muiscas desarrollaron grandes talleres de cerámica y ubicaron centros productores en lugares cercanos a las fuentes saladas, como Gachancipá y Cogua.
Las gachas dieron origen al nombre del Municipio y para los muiscas el significado era “vasija grande y de barro utilizada para cocinar el agua sal en el proceso de elaboración de panes de sal”.
Gachancipá era el principal proveedor de las gachas, en los siglos XXVII y XVIII, que distribuían a los principales centros de producción salinera de Nemocón y Zipaquirá.
La población fue famosa por la mano de obra de los alfareros y también por la calidad del barro con el que trabajaban. Para el siglo XIX aún se dedicaban a la alfarería, pero ya no hacían gachas para las salinas pues fueron reemplazadas por calderos metálicos.