Por Diego Alfonso
Una gastronomía deliciosa y reconocida también se convierte en un buen gancho para el turismo.
Un buen plan de fin de semana en familia o con amigos es ir, por ejemplo, a Ginebra en el Valle del Cauca, a deleitarse con el afamado sancocho de gallina que, dicen, es el mejor del país.
Muchos de los que viajan por el Atlántico hacen su parada en Luruaco para comer arepa de huevo, en una de sus tantas preparaciones; para los que pasan por El Espinal, en el Tolima, es bastante difícil resistirse a la lechona que ofrecen varios restaurantes a orillas de la carretera.
Estos son solo algunos ejemplos de la variedad de comidas que siempre nos antojan cuando viajamos por Colombia. Todo esto para hablar del piquete de gallina de Nemocón.
En este municipio, muy cercano a la capital colombiana, encontramos uno de los piquetes más sabrosos que hemos probado. En el restaurante Kokoroyo, la familia Carrillo Petecua viene preparando desde hace más de 30 años este delicioso manjar que llega directamente del campo al plato.
Este plato, con una gallina criolla muy bien alimentada en un delicioso guiso, viene acompañado con yuca tierna, papa, maduro y ensalada, es perfecto para unas cuatro personas por un valor de unos 30.000 pesos.
Otros restaurantes de la población, como la Casa de la gallina, también ofrecen este plato que, generalmente, los colombianos consumen los domingos en un piqueteadero, restaurante o preparado entre todos en medio de alguna actividad al aire libre.
No olvidemos que antes o después de comerse el piquete puede visitar lugares maravillosos de Nemocón, como el Museo de la Sal, que invita a conocer la historia de este municipio y su estrecha relación con la sal, y la Mina de Sal, un lugar mágico bajo la tierra.
Como dato curioso, recordamos que hace un par de años en el municipio de Topaipí hicieron el piquete más grande del mundo, en el que se usaron unas 700 gallinas.